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lunes, 7 de enero de 2013

Las Mil creeencias y una Cara del duelo.


Las mil creencias y una cara del duelo 

Nos referimos a este articulo porque desde neurociencias y antropologia el duelo ha existido desde el incio de la humanidad con los diferentes tipos de ritos en distintas culturas; como es que la cultura occidental salio al rescate con este tema en nuestros dias? ya que sabemos cientificamente, geneticamente que dentro de cada persona existe la fuerza natural para sobrellevarlo.

No hay etapas o reglas comunes para el duelo humano, ni una psicología universal que lo encuadre. Lo demuestran los distintos modos en que se lo vive según la cultura.Al comienzo de la película Australia con Nicole Kidman (2008), se le muestra a la audiencia la siguiente advertencia: “Tenga cuidado al mirar esta película, ya que puede contener imágenes o voces de personas fallecidas”.


El aviso, desconcertante para la mayoría de los asistentes, estaba dirigido a los aborígenes australianos, que tienen una suerte de tabú frente a la costumbre de nombrar muertos o ver representaciones de ellos.


El tabú tiene raíces espirituales que se relacionan con no perturbar los espíritus de los fallecidos, pero la antropóloga Katie Glaskin explica la forma en que la palabra tabú “sirve para hacer que la gente sea profundamente consciente de la persona cuyo nombre se evita”.


Como forma de recordatorio a través del no recuerdo, ésta es una imagen de espejo psicológica, de tradiciones más conocidas en las que la creación y valoración de una representación del difunto es considerada necesaria para un duelo saludable.Esto subraya el hecho de que el luto puede tener lugar de formas totalmente distintas, basadas en una comprensión totalmente distinta de la muerte, que pone de relieve cómo palidecen a la luz de la diversidad humana las teorías sobre una “psicología universal del duelo”.


Pero a pesar de estos llamativos ejemplos, algunos  psicólogos 
(aclaro que nosotros no, vamos con lo simple Dejar soltar es Madurar es Dejar soltar= aceptar la nueva realidad) tienen una triste tradición de ver a la pérdida a través de sus propias anteojeras culturales y de inventar teorías supuestamente “universales”.


Algo que resulta aún más lamentable es que muchos alientan a las personas a pensar que su luto debe adaptarse a determinadas etapas, sentimientos o fases para ser considerado “normal”. El luto ha sido encuadrado como un problema, el dolor como algo que se debe curar.


Un viejo mito occidental
La idea de que el luto tiene etapas específicas es una creencia generalizada y quien le dio el máximo tratamiento profesional fue la psiquiatra suiza Elisabeth Kubler-Ross, que es citada muchas veces como la que sugiere que quienes pasan por un duelo atraviesan las etapas de negación, ira, negociación, depresión y aceptación.No estar en condiciones de “elaborar” cada etapa es visto como una señal de dificultad psicológica y es por ello que se alienta a los terapeutas a ayudar a las personas a atravesar cada una de estas fases.El hecho de que Kubler-Ross hablara de adaptarse a la propia muerte inminente de uno, y no a la de otra persona, no pareció opacar el entusiasmo de nadie y sus teorías fueron ampliamente aplicadas. Pero independientemente de la precisión con que se hayan usado sus ideas, la evidencia para estas etapas se evapora al ser analizada, algo que no sorprende tal vez teniendo en cuenta que se basó en nada más que una observación informal y en un pensamiento creativo.En cambio, el psicólogo George Bonanno estudió el desarrollo del luto siguiendo a las personas desde antes de quedar en estado de duelo hasta meses y años después. Resulta ser que existen pocas pruebas de una progresión de varias etapas específicas de ajuste, y hasta la creencia de que la mayoría de la gente se ve sumida en la desesperación y “mejora” gradualmente resulta ser poco más que un cliché.
Esto no quiere decir que la tristeza no sea una respuesta común a la pérdida, pero la experiencia de profunda angustia enfermiza tiende a ser la excepción antes que la regla. De hecho, dos tercios de las personas se muestran fuertes ante la pérdida de un ser querido. En otras palabras, están afligidas pero no deprimidas ni paralizadas por la experiencia.


El riesgo de los estereotiposDe todos modos, vale la pena destacar que cerca del 10% de las personas sufren lo que se denomina a veces duelo “complejo” o “prolongado”, en el que los sentimientos de pérdida son intensos, muy duraderos y raíz de una aflicción significativa, que exige tal vez la ayuda de profesionales del área de la salud mental.
Pero en términos del concepto tradicional de duelo, la mayoría de las personan asimilan la pérdida de manera diferente, algo importante y liberador a la vez, de una forma sombría de algún modo. Nos quedamos pensando cuánta gente habrá sido estigmatizada por estar en estado de “negación”, por no experimentar lo que marcan los estereotipos, o peor, por habérseles cuestionado su afecto por su ser querido a raíz de sus reacciones normales, no catastróficas.


Cuando observamos otras culturas, vemos diferencias aún más marcadas. En la costa de Colombia que da al Pacífico, la muerte de un niño se ve acompañada de un festejo chigualo, por la creencia de que los niños que mueren se convierten en ángeles y van directo al cielo.


En tanto que el pueblo ganda de la zona centro sur de Uganda respeta una estricta prohibición de tener sexo durante el período de duelo. Mientras que el pueblo cubeo del Amazonas septentrional incluye al sexo como parte del velatorio. Muchas culturas siguen ritos funerarios para asegurarse de que el espíritu del fallecido pueda partir. En los funerales Igbo, en cambio, los ritos se siguen para asegurarse de que se queden.Pero es posible que la diferencia más interesante tenga que ver con los nombres de los niños. Una tradición aborígen australiana alienta a la gente a ponerles a los recién nacidos los nombres de los fallecidos como forma de recordatorio.


Los achuar, de Ecuador, tienen prohibido recordar. Aun así, ellos también ponen a los chicos los nombres de los fallecidos. A la inversa, ésta es una forma de olvidar poque el nombre enseguida se relaciona más con el nuevo niño antes que con la persona que falleció.La gente maneja este tipo de situaciones de la mejor forma que puede, y a su manera, y la mayoría de las veces lo hacen con éxito. Esto se debe a que, contrariamente a nuestras viejas presunciones, no hay reglas para el duelo, no hay etapas, con excepción de nuestros caminos personales. Y tampoco hay tareas a hacer con excepción de las que nos fijamos. La normalidad no es aquello a lo que regresamos sino por lo que pasamos.

LIC. CHRISTIAN ANGEL HERNANDEZ

FELIZ 2013

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