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miércoles, 31 de octubre de 2012

El egoísmo en los niños pequeños falta de maduración su corteza corteza prefrontal

 El egoísmo en los niños pequeños podría tener su origen en la falta de maduración de la corteza prefrontal, comprender que esta, su sistema en desarrollo.
 
Lic Christian Angel Hernandez
Padres y docentes dedican gran parte del tiempo de enseñanza a que los niños aprendan a compartir, pero los pequeños pese a estos esfuerzos parecen hacer oídos sordos y tienden a comportarse a favor de atender sus propias necesidades.
 
Científicos del Instituto Max Planck de Ciencias Humanas, Cognitivas y del Cerebro, liderados por el Dr Nikolaus Steinbeis, realizaron una serie de estudios para comprender los motivos de esta tendencia en los pequeños. Utilizaron para su trabajo dos de los experimentos más conocidos en este campo, el juego del dictador (usado para estudiar actitudes altruistas) y el juego del ultimátum (juego experimental en el cual dos jugadores interactúan de manera anónima y una sola vez, por lo que la reciprocidad no es un problema) en 174 niños con edades que comprendían entre los 6 y 13 años.
En el juego del dictador cada participante recibía un número determinado de fichas que luego podían canjear por regalos. Una de las consignas que debían cumplir, era la de compartir sus fichas con otro niño, quien de modo pasivo debía aceptar lo que se le entregaba. En cambio en el juego del Ultimátum, quien recibía las fichas podía no aceptar lo que se le daba y en ese caso, ambos lados terminaban con las manos vacías.
El estudio arrojo como resultado, que existían marcadas diferencias entre los niños más grandes y los más pequeños. En el juego del ultimátum, por ejemplo, en donde es necesario ser capaz de adaptar el comportamiento para no quedarse sin recompensa, los mayores en su mayoría pudieron hacerlo, cosa que no sucedió con los de menor edad.
Para observar la correlación entre estas diferencias y la actividad cerebral, los científicos ampliaron el primer estudio, escaneando los cerebros de 28 niños a través de resonancia magnética funcional, mientras jugaban los juegos antes mencionados. Logrando detectar que en los niños mayores se encontraba más activa la corteza prefrontal, cuando debían modelar su conducta.
 
"Nuestros hallazgos representan un avance crítico en nuestra comprensión sobre el desarrollo de la conducta social, con implicaciones abarcadoras para la política educativa y resaltan la importancia de ayudar a los niños a actuar en base a lo que ya saben" concluye el Dr. Steinbeis.
Los lóbulos prefrontales son el área más evolucionada del cerebro y están asociados con el grado de comportamiento estratégico, así como con la capacidad de control de impulsos. Su maduración se va completando a medida que pasan los años, el hecho de que los niños no compartan de manera justa, aún cuando sería estratégicamente inteligente de hacer no se debe atribuir a la mala comprensión de lo que constituye una división justa, sino a la maduración tardía de una región del cerebro que es importante para el control de los impulsos.
Este trabajo permite a padres y docentes comprender mejor a los niños y a considerar que es necesario estar atentos en ciertas situaciones en donde pueden surgir conflictos entre hermanos o compañeros de aula. A los pequeños les resulta más fácil entender un concepto que ser capaz de modelar la conducta, algo que exige mayor capacidad de los lóbulos prefrontales.
Los mayores muchas veces sabemos que algo no es correcto y nos decimos: “no debo hacer esto, no debo hacer aquello”. Y sin embargo no podemos modelar la conducta y nos encontramos haciendo cosas que luego nos traen inconvenientes. Si bien nuestra corteza prefrontal está madura no tenemos un buen desarrollo de la función de veto de los impulsos, desconocemos la fuerza de los mismos y su relación con nuestra supervivencia. Aún con la corteza prefrontal madura es más fácil “decir” que “hacer”.
Si a nosotros nos cuesta modelar nuestra conducta, imaginemos lo que es para un cerebro aún en desarrollo. Este trabajo nos permite neurosicoeducar la empatía y ser capaces de ponernos en el lugar de nuestros pequeños.


Fuente: Max Planck Institute for Human Cognitive and Brain Sciences

sábado, 6 de octubre de 2012

Base Biologica de la Envidia


Los motivos por los cuales la envidia es natural pero no justificante.

Lic. Christian Angel Hernandez M.

Todos en más de una oportunidad hemos deseado algo que otros tienen. Un nuevo estudio científico explica por qué las posesiones de otras personas siempre nos parecen mejores y deseamos tanto tenerlas.

Para el neurocientífico Mathias Pessiglione del INSERM de París, copiar los deseos y acciones de otras personas es un buen método para aprender acerca del medio ambiente, por ejemplo, comer una comida que los demás comen, es una manera simple de evitar la intoxicación alimentaria.

Para comprobar que sucede en nuestro cerebro cuando deseamos lo que otros tienen, Pessiglione y su equipo presentaron a un grupo de voluntarios dos videos, en uno se mostraban bombones sobre una mesa, en el segundo una mano escogía un bombón entre varios, a la par se monitoreaba la actividad cerebral de cada participante.

Luego estos debían calificar los dulces que vieron, el bombón mejor calificado fue el de la segunda presentación o sea el que elegía otra persona. El mismo efecto se mantuvo al realizar el experimento con ropa, herramientas e incluso juguetes.



Los escáneres cerebrales revelaron que el desear las cosas que poseen otros parece tener sus bases en un doble sistema. Uno es el sistema de neuronas espejo o especulares (lóbulo parietal y corteza premotora), que se activan produciendo en nuestro cerebro un patrón neuronal similar a la acción que vemos realizar a otra persona, y el segundo sistema es el compuesto por el cuerpo estriado ventral y corteza prefrontal ventromedial que está involucrado en decidir que elemento tiene mayor valor.

 

Sin embargo, no todos los sujetos reaccionaron con igual intensidad ante los mismos estímulos, en otras palabras, no todo el mundo desea las mismas cosas y no todas las cosas se desean por igual. Según los especialistas, a mayor deseo mayor influencia social tendrá una persona ante un elemento.

Los investigaciones consideran que pueden llevarse adelante nuevos trabajos para comprender mejor este doble sistema, que consideran es la base de la envidia humana.

Más allá de si es la base o no de la envidia, es bueno reflexionar que sucede en nuestro sietema nervioso  cuando nos vemos bombardeados por tantos estímulos que nos presentan, personas felices consumiendo productos que pueden ser nocivos para nuestra salud o bienestar. Nos debemos preguntar: ¿Los deseamos, buscamos conseguirlos, o somos capaces de tomar la decisión correcta?, al menos algo es claro, si comenzamos a neurosicoeducarnos y conocer estos sistemas estaremos más atentos a poder modelar nuestras conductas cuando deseemos cosas que de ningún modo garantizan nuestra felicidad y que por el contrario nos hacen sentir que siempre nos falta algo.

 

Fuente: Journal of Neuroscience - Science News: Magazine of the Society for Science & The Public

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